viernes, 15 de abril de 2011

Tiempos oscuros (I)

Sí, desde luego vivimos muchas guerras cotidianas. En un sentido más o menos literal; la supervivencia personal es otro asunto. Me refiero a choques a gran escala; combates transversales que nos llegan de tiempo atrás, o luchas invisibles que sólo se muestran en los códigos de barras del supermercado.

Muchas de ellas, sin embargo, reúnen todos los ingredientes. Casi se podría decir que lo que percibimos ahora son sólo escaramuzas, enfrentamientos aislados de una guerra de la que no sabemos si ha acabado, o simplemente ha sido postergada. El último embate de la religión, por tanto, ¿es un tirón desesperado de un culto institucionalizado que presagia su desaparición, o por lo contrario un resurgimiento en toda regla, a la altura de los tiempos y preparado para situarse al flanco de los nuevos centros de poder económico?

De guerras de religiones Akiro sabe un rato: las ha presenciado todas. Pero desde la distancia. A diferencia del resto de clérigos, sacerdotes, paladines y cruzados, él nunca ha puesto su magia al servicio del oro. [Aclaración a petición del aludido]

Y sí, será tedioso repetir aquí lamentos varios sobre una Ilustración inacabada, sobre el eterno conflicto razón/fe que resurge "ahora" para castigar a herejes, reformadores y descreídos. Pero lo cierto es que ésta es una historia contínua, que según las épocas se ha dejado ver más o menos. En el caso español, lo cierto es que son pocos los momentos en los que no ha estado presente.

Pero podría confundirse aquí lo local con lo global, y lo cierto es que el orden se nos puede presentar invertido: lo que presenciamos en Europa (Polonia, Italia, España, Reino Unido), más que tener una única historia propia, quizás participe también de una tendencia que concierne sobre todo al mundo anglosajón, especialmente el americano, desde hace unos veinte años.

Sobre el creacionismo es difícil decir algo aquí que no se pueda encontrar fácilmente en internet, al igual que sobre la rápida regresión que han sufrido muchos estados norteamericanos, sobre todo con el afianzamiento del llamado "Bible Belt". Una buena muestra es lo ocurrido en un estado, antaño progresista y con una educación pública aceptable, como Kansas (el libro de Thomas Frank "
¿Qué pasa con Kansas?" es francamente recomendable).

Hablar de "causas" puede ser, como comentábamos, algo falaz, en la medida en que hablamos de un fenómeno tan amplio tanto geográfica y culturalmente, como temporalmente. No podemos simplemente tomar unos nodos y analizarlos aisladamente.

Desde luego, en lo que al evangelismo norteamericano respecta, está clara la convergencia de una cultura económica como la americana, con la presencia muy limitada de la Iglesia Católica. Demasiado estatalista, centralista y jerarquizada; demasiado
mitteleuropea para el modelo americano. Una Iglesia con tanta vocación monopolista no podía tener mucho arraigo en la tierra de la "libre empresa", y mucho menos en tiempos del Reaganismo: algo así debieron pensar muchos aspirantes a pequeños empresarios, que decidieron fundar su propio negocio evangelizador local. Es así como el modelo de negocio intensivo de las empresas evangelizadoras ha tenido su mayor auge en estos últimos quince años. No hay que despreciar además el lugar privilegiado que la religión ha tenido en esa coyuntura económica. Como espacio ideológico por antonomasia, los centros de culto tenían que convertirse en el núcleo de un nuevo proyecto político y económico. A las pequeñas empresas evangelistas se las dejó prosperar, casi como única muestra de que el sueño americano aún es posible.

En realidad pasaron ya incluso los años de los grandes tele-predicadores; la pareja Peter Popoff (predicador-sanador mediático) - James Randi (mago y escéptico) fue a la vez el fin de la época de las grandes empresas evangelistas, y el comienzo de otro enfrentamiento, ya marcado por una derrota; los escépticos más conocidos ya no podrían tratar directamente con los nuevos predicadores, y éstos últimos ya podían delegar en abogados, conferenciantes y "debatidores profesionales", entrenados en fundaciones e institutos (no siempre financiados con dinero privado).

Que los juicios contra el "evolucionismo" de principios del siglo XX se están reeditando de nuevo es algo conocido. Las diferencias ahora son sin embargo notables. De mera reacción espontánea al cambio en una sociedad conservadora (y todavía segregacionista), se ha pasado ahora a todo un proyecto, institucionalizado y bien financiado, de destrucción de la educación científica pública.

Los juicios mediáticos posteriores son conocidos, pero podríamos remontarnos a 1981, cuando el paleontólogo Stephen Jay Gould, junto con otros científicos (Michael Ruse o Francisco Ayala; Carl Sagan fue desestimado como testigo), sintió la necesidad de testificar contra la enseñanza del creacionismo. El caso McLean contra Arkansas ya mostraba muchos de los tics que ahora se han convertido en estrategias permanentes: manipulación de textos, falsedades manifiestas, trucos legales, y muchas veces, la aplicación maliciosamente literal de la ley por parte de jueces poco imparciales.

[
En la foto, S.J. Gould en un capítulo de Los Simpsons -- como no podía ser de otra forma, el capítulo relata el descubrimiento por parte de Lisa y el Prof. Gould de una estafa pseudocientífica]

Añadiremos más adelante una traducción de la transcripción del testimonio de S.Jay Gould.